AGUA BENDITA

Anoche , antes de dormirme , me acordé de una vez en verano  . Habíamos reservado una mesa para cenar al fresco , llegar al restaurante incluía atravesar un jardín , una continuación de verdes inmensos , un buen cuarto de hora de césped a nuestros pies .
Aquel prólogo vegetal resultaba más que bonito , y con Daniel del brazo y mi melena al viento , vestidos y calzados para la ocasión nos dispusimos a recorrer lo que parecía un juego de caminos , donde educadas palmeras nos mostraban cuando había que cambiar el rumbo .
A mitad de la ruta , confiados y tranquilos por el verde de verano empezamos a sentir agua por  todas partes ; alguien había decidido que era la hora de beber del jardín y un sinfín de aspersores se pusieron a funcionar , sin importarles quien había de camino ni cómo iba de guapo . Sin escapatoria , sin otra salida posible , dejamos que ese agua nos mojara y pensamos que cenaríamos allí mismo compartiendo la bebida con aquel jardín , que tan originalmente nos había invitado a su fiesta .

A veces un aspersor se pone a funcionar , sale de su escondite secreto y nos moja . Nos llena de agua , justo cuando más preparados vamos . Ese chorro inesperado nos molesta , nos asusta , nos estropea los zapatos , nos arruina el peinado ; pero muchas veces es justo lo que necesitamos : un buen chorro de agua que nos inunde los planes , que nos obligue a ir descalzos y desmelenados , a cambiar de paso , a reírnos y a pensar que ese agua es agua bendita , justo la que estábamos esperando .