GUARDAR LAS SANDALIAS

El otoño ha entrado oficialmente en mis pies.Esta mañana me he quitado el esmalte de uñas que he conseguido mantener impecable durante todo el verano de un color rojo cereza.
Eso ha supuesto despedirme de mis sandalias Prada ,las rosas coral,las negras de charol y las plata del año pasado;las tres me han ayudado a ver el mundo con ocho centímetros más de altura.
Así que las he guardado en sus cajas,con sus fundas y les he dicho hasta pronto,dándoles las gracias por conseguir que mis piernas parecieran largas y yo dinámica.
Y ahora me preparo para dar la bienvenida a los calcetines,que siempre se desparejan como por arte de magia;a las botas,con las que nunca acabo de llevarme bien;a las deportivas,que me obligan a acercarme a un suelo que no quiero tocar,y hacen que me sienta la peque del barrio.
Entonces no me queda otra que preparar mi mente y disponer mi cuerpo a la búsqueda por las zapaterias de lo imposible,de lo que no existe de lo que he imaginado en mi cabeza:unas sandalias de invierno,con plataforma,negras,aislantes del frio y la lluvia,que te hagan caminar segura,sin tambalearte;con las que puedas cruzar los semáforos corriendo antes de que el dibujito verde parpadee y los pajaritos dejen de cantar.
Sandalias con las que puedas ir de compras durante horas,subir y bajar escaleras.Sandalias altas que te hagan olvidarte de tus pies y pensar en cosas más importantes.
Y sobre todo que consigan que tus piernas y las de Naomi sean las mismas.