METABOLISMOS

Desde que mi memoria es capaz de recordar he estado a dieta. Hasta sospecho que mi madre tiene complejo de culpa por haberme llevado a aquel primer endocrino a los catorce años.Desde entonces ha sido un no parar,un probar y probarlo todo;la zona,la proteina,la hipocalórica,las anfetaminas encubiertas con receta,los ayunos,las vegetarianas...
Reconozco que a los 19,con las anfetaminas nunca me había sentido mejor,hasta aprobé el tercer curso de francés de la escuela oficial de idiomas con un acento y una palabrería que ni yo me lo creía. Cuando acabó la dieta y me quitarón la medicación la caída fué dura y sobre todo pesada; yo sólo deseaba que metieran al médico en la carcel.
Siempre me decían que mi metabolismo era lento,que había que cambiarlo:yo que soy demasiado rápida en todo no entendía como podía ser posible.
Después de mucho probar acabé adicta a una doctora que me hacía comer patata hervida sin sal ni aceite durante todo un día. Ella consiguió una buena mezcla entre la comida seminaturista,las infiltraciones y unas pastillitas milagro,que convertían su consulta en una sucursal del Lourdes del sobrepeso.Mi metabolismo consiguió alcanzar una minivelocidad gracias a la peregrinación semanal a aquella consulta.
Estaba bien,pero mi despacho estaba lleno de revistas,moda y modelos en los huesos,cada día hablábamos de tallas,de medidas,de costuras,de lycra,de entallado,de cambios,de ventas,de dinero,de altos y bajos,de nunca es suficiente.
Después de alguna consulta más llegué al mundo de los gimnasios,pesas,rutinas,maquinas,cardio y pollo con arroz.
Mi metabolismo era un formula 1 y mi cuerpo músculos bien diseñados. Ahora mi mejor músculo es el corazón.
En Madrid mi metabolismo ha vuelto a sus origenes y cuando salgo a merendar con Tato , él 3000 calorias y yo 150,me rio y me pregunto que me esperará esta vez,con que castigaré a mi cuerpo para conformar a mi cerebro.