REGAR JARDINES

 Un día estás tranquilamente regando tu jardín y, de repente, como en un cambio de presión del agua , alguien te dice : "aquí estoy, he vuelto" . Es entonces cuando la manguera se transforma en catarata o en salto vertiginoso en forma de : ¿ Qué haces tu aquí ? y piensas en la cantidad de espacio que ocupaba , en lo que te costó limpiarlo , retirar las flores del jarrón y los libros de la estantería .
Te acuerdas de quel día que ni el aspirador conseguía borrar su rastro , hasta que lo cambiaste por otro . "He vuelto ", te dice , o "me voy , pero quiero ir contigo ". Un "Versace ha vuelto" aún tendría su gracia y te haría sonreír ; pero ese "he vuelto con prisas" te confunde , te lleva hacia atrás y tú vas palante .
 Continuas regando , que sólo te quedan diez minutos de agua y no los quieres desaprovechar.
Ni un minuto le das , pero le cuentas , que has estado ahí siempre , enredada , algunos días marchita y otros de brillante amarillo , y entonces ¿ donde estaba ? . El rastro se había borrado con el nuevo aspirador .
Te abrochas la camisa blanca , botón a botón , hasta arriba , ya no hay lugar para el verde picante ; sigues regando , la última gota de agua va a parar a tus pies , que por ahí abajo hay mucho movimiento , del que se demuestra andando .

Mientras tus pies están mojados sobre el jardín y los míos sumergidos en el mar ; te llamo y me lo cuentas . Unidas por el agua , más anchas que largas , sin desperdiciar una gota , sin un gramo de prisa .