TOCAR POR VOCACIÓN

Admiro profundamente a la gente que toca instrumentos , igual que a los que son capaces de levantar edificios y a los que transplantan órganos . Músicos , arquitéctos y cirujanos son para mí seres de otro mundo .
Conmigo lo intentaron ; en esa época en la que los padres buscan por tí , y se guían más por lo que se lleva que por lo que ya es obvio . A mi me llevaron a clases de música sin preguntarme . Lo más bonito que recuerdo era el jardín que había que atravesar para llegar a la clase , después todo era extraño . Había una niña prodigio que se comía tres mandarinas antes de empezar la clase , pero antes las alineaba en un estante que había al lado de su mesa ; aquellas tres volúmenes desaparecían en un tris dejando un aroma en clave de sol . Yo la miraba e imaginaba que aquella excentricidad le hacía merecedora del don de tocar el piano como los ángeles.
El solfeo era para mí como la peor clase de matemáticas , y el día que le profesora escribió una nota al margen de mi partitura donde ponía : " confundes las líneas con los espacios " , obtuve la confirmaciòn de que aquello no era la mío . En mi casa tardaron más en admitir que al piano y los pentagramas no había que buscarles sitio en el salón .
Pasó todo un curso hasta que comprendieron que había que seguir buscando ,que tocar ya tocaría , pero no instrumentos .
Entonces empecé mis clases de dibujo , mis clases de francés . Alinié colores en los espacios correctos , y compuse frases con palabras que sonaban mucho mejor que aquel piano .
Toqué por vocación y qué a gusto .